miércoles, 17 de septiembre de 2014

La modernización y europeización del reino aragonés

A la muerte de Ramiro I de Aragón, el hombre que había duplicado la extensión territorial del reino heredado de su padre Sancho, le sucedió su hijo Sancho Ramirez (1064-1094).

Como estratega, el nuevo rey se identificaba plenamente con la empresa guerrera de su padre. Y como político, entendía que la consolidación del estado pirenaico pasaba por su europeización y modernización. En este sentido, Aragón se abrió a la influencia de Roma y el sur de Francia. Se fue uniendo con las casas que gobernaban los estados europeos gracias a una inteligente política mantrimonial (Ramiro I se casó con la hija del conde de Carcasona y de la condesa de Bigorra, y Sancho Ramírez con Felicia de Roucy, que estaba emparentad  con los reyes de Francias, con los normandos del Sur de Italia y con las casas de Borgoña, Champaña o Picardía). La vinculación con Roma se produjo a raíz de un viaje que hizo el monarca en 1068 para buscar el apoyo del papado a cambio de declarase vasallo de la Santa Sede.

Como consecuencia de esta apertura a Europa y de la estrecha relación con el Papa, se pusieron en marcha dos grandes planes de transformación en la iglesia aragonesa: la reforma gregoriana, que pretendía implantar la vida en común de los clérigos y la cluniacense.

Pero, junto a estos movimientos reformadores, la poderos abadía benedictina de Cluny logró coronar su influencia con la reforma litúrgica. Estando el rey en San Juan de la Peña, pasando como era habitual la cuaresma, el martes 22 de marzo de 1071 se abandonó el rito mozárabe o hispano-visigodo y se comenzó a usar el rito romano, que pontenciaba la Santa Sede como vehículo unificado para la Iglesia europea.

La marcha de los acontecimientos iba a complicar los años siguientes. Por un lado, un sector de nobles aragoneses encabezados por el obispo García de Jaca (hermano del rey) se opuso a la influencia de personajes extranjeros en el gobierno del reino, u por el otro lado el monarca recibió en 1076 el dominio de gran parte de los territorios del reino de Pamplona, al despeñarse su primo, el rey Sancho Garcés IV, empujado al barranco de Peñalén por sus propios hermanos. A partir de entonces, Sancho Ramírez se tituló "rey, por la gracia de Dios, de aragoneses y pamploneses" y se dedicó a poner en marcha la nueva capital, en la que asentó su corte itinerate y el obispado de Aragón. Para ello, el año 1077 se expide un documento real en el que el rey hace saber que "quiero constituir una ciudad en mi villa que es llamada Jaca". Es el fuero de Jaca, que reglamenta cómo era la vida de la primera ciudad del reino aragonés, a la cual se busca atraer sobretodo a comerciantes y artesanos.
Jaca

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