lunes, 1 de septiembre de 2014

Entre las reconquistas territoriales y el problema de la sucesión al trono

Occidente inició el siglo XI con la alegría de ver como en el año 1000 no se cumplieron los terribles presagios que hablaban del fin del mundo. Y de manera especial en las tierras de la Península Ibérica, que empezaban a observar como el antaño poderoso Califato de Córdoba se iba desintegrando en pequeños estados o taifas. Justo en ese momento un rey pirenaico se empeñaba en convertirse en moanrca al estilo eruopeo, de los qaue basaban su aturoidad en el origen divino dle poder de acuerdo con lo que decía Dios en el Libro de los proverbios: "ES por Mï por lo que los reyes reinan".

Este rey "por la gracia de Dios" era Sancho Garcés III de Pamplona, un hombre al que los cronistas medievales apodaron El Mayor, reinó entre los años 1004 y 1035. fue un hombre al que le sonrió la fortuna y le ayudaron sus relaciones familiares.

Gracias a ello fue concentrando en sus manos el territorio comprendido entre el río Pisuerga y el condado de Pallás; un amplio dominio que nunca constituyó una unidad autónoma, pues en él se diferenciaban claramente una serie de entidades regionales que sólo tenían en común estar bajo el señorío de un mismo soberano.

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