- marcar los caminos de expansión territorial para su pequeño estado
- consolidar su defensa protegiendo los cauces de los ríos
- y reafirmar su unidad política
Fracasado el avance por la llanura oscense, Remiro I encomendó el gobierno de Aragón a su hijo Sancho Ramirez y se dedicó a organizar un ambicioso plan de ataque contra los territorios de la Taifa de Lérida y la de Zaragoza.
Si el objetivo territorial era la conquista de las ciudades de Graus y Barbastro, el rey Ramiro pretendía frenar sobre todo la continua expansión territorial de los estados catalanes por las tierras orientales de Aragón. Aliado con su yerno, el conde Ermengol II de Urgell, comenzó su marcha hacía Barbastro en dirección norte-sur, para lo cual tenía que conquistar el castillo de Graus, que sobre el río Esera era una posición clave que paralizaba todo el avance cristiano, después de su victoriosa ocupación de Benabarre.
Pero los hechos fueron diferentes. El lunes 8 de marzo de 1064, cuando el rey aragonés estaba sitiando el castillo de Graus, un musulmán llamado Sadada terminó con la vida de Ramiro I. Un cronista musulmán, al-Turtuxí, lo cuenta así: Sadaba "iba vestido como los cristianos y, como vivía en sus vecindades, hablaba muy bien su lengua. Pudo, pues, penetrar en los ejércitos de los infieles y aproximarse a Ramiro que, armado de pies a cabeza, tenía la visera bajada, de suerte que sólo dejaba ver los ojos. Sadada esperó la ocasión para golpearle. Cuando la encontró se precipitó sobre él y le hirió en un ojo, de una lanzada, Ramiro cayó de bruces a ala tierra; Sadada se puso a gritar en romance: ¡El rey ha muerto!" y los soldados se dispersaron.
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