sábado, 2 de agosto de 2014

Los primeros enclaves musulmanes

Con el reino de los visigodos en plena crisis debido a las luchas por el poder, los musulmanes atraviesan el estrecho de Gibraltar en la primavera del año 711 y derrotan al ejército godo. En apenas cuatro años conquistan toda la Península. En la primavera del 714 penetran en el valle del Ebro tras haber sometido Sevilla, Córdoba y Toledo.

En Aragón, los musulmanes se instalan en primer lugar en las ciudades de Tarazona, Huesca y Zaragoza, las tres viejas sedes episcopales visigodas. La presencia musulmana se consolidará gracias a la debilidad de los godos, la complicidad de los judíos y la alianza de algunos notables terratenientes que se convertirán al Islam para mantener sus propiedades. Estos arabizaron su nombre romano, como ocurrió con el poderoso Casius, que pasó a llamarse Qasi y dió origen a la influyente familia de los Banu Qasi, que durante muchos años ejerció un poder absoluto sobre las tierras de Borja, Tudela y Ejea.

El Islam, en cuanto a religión, no se impuso a la fuerza. Para aquellos que los musulmanes denominaban "gentes del libro", es decir, judíos y cristianos, había una doble alternativa, o convertirse al Islam o someterse. Dadas las grandes ventajas que suponía la conversión, la mayor parte de los habitantes de las ciudades y aldeas del valle del Ebro adoptó el islam como religión y se convirtió en musulmana. Una minoría prefirió mantener su religión cristiana, y fueron llamados mozárabes.

Entre los años 714 y 721 todo el actual territorio aragonés quedó englobado en el Imperio islámico; el avance musulmán siguió hacia el norte y no se detuvo hasta que los ejércitos francos derrotaron a los seguidores del profeta Mahoma cerca de la ciudad francesa de Poitiers, en el año 732. Para entonces, todo el sur de Francia, con las ciudades de Narbona, Tolouse y Lión, estaban en poder del Islam.

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