Dos fueron las dinastías que durante un siglo se sucedieron al frente del reino zaragozano: la de los tuyibes, descendientes de los árabes del sur que a principios del siglo IX se habían instalado en Zaragoza, Calatayud y Daroca y que procedían del Yemen, y la de los Banu Hud, también árabes yemenies, que arrrebataron el poder a los primeros en 1038.
El primer monarca de la taifa zaragozana fue Mundir I, quien reinó a partir de 1018, cuando todavía existía un califa en Córdoba. Antes de proclamarse independiente había estado al servicio de los califas cordobeses, quienes le otorgaron su confianza por su destreza y valentía.
Por ello, y pese a ser hijo de un simple caballero en el ejército de Almanzor, se le concedió el gobierno de Tudela y después de Zaragoza. En 1018 se sintió lo suficientemente fuerte como para proclamarse independiente y fundar el reino de Zaragoza.
La taifa zaragozana se convirtió en una de las más extensas de España, quedando bajo su dominio Tudela, Ejea, Huesca, Barbastro, Lérida, Calatayud, Tarazona y Soria. Limitaba al norte con los condados y reinos cristianos pirenaicos y al sur con las taifas islámicas de Toledo, Albarracín, Valencia y Tortosa.
De la primera de las dinastías, la de los tuyibies, sólo tres monarcas llegaron a reinar. Mundir I, Yahya y Mundir II, padre, hijo y nieto respectivamente. Mundir II fue asesinado cuando tenía 19 años y llevaba sólo dos en el trono.
En 1038, se instaló en Zaragoza la dinastía de los Banu Hud. Su primer rey, Sulaimán ibn Hud (1038-1046) dividió el reino en cuatro partes para sus hijos y les entregó Lérida, Tudela, Calatayud y Zaragoza.
Al mayor de ellos, Ahmad al-Muqtadir (1046-1081/2) tomo el título de "pilar de la dinastía" y consiguió reunificar el reino tras reducir a sus hermanos. El reinado de al-Muqtadir fue largo y ser caracterizó por una gran actividad.
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